sábado, 13 de abril de 2013

"Las manos ociosas son juguetes del diablo"


Estaba aquí pensando acerca de cómo nos es robada la alegría, después de que alguien me dijo que el árbol de la alegría uno lo planta donde uno quiere, y que por eso uno nunca lo encuentra, nunca puede encontrar ni uno de sus maravillosos frutos, porque el árbol siempre está lejos... si mi alegría está dentro cómo es que se me pierde? 

Y entonces empiezo a pensar en aquel hombre viejo, no quiero llegar a esa edad con tanto afán por seguir siendo jóven, con tanta vanidad, ni con tanta envidia. Todo comenzó al alabar a un hombre mucho más jóven cuando decidió perder peso, su cuerpo y su rostro aparecieron, y el hombre lucía aún más jóven y bello, me alegró ver su logro y en frente de aquel hombre viejo, envidioso y vanidoso expresé mi alegría y satisfacción por aquel hombre joven.

Los párpados del viejo hombre se abrieron y sus ojos casi que consiguen salir de sus mismísimas cuencas, sonrisa falsa en la cara, lo miró de arriba a abajo lleno de envidia y luego miró mi cara llena de alegría con la misma insatisfacción. Y comenzó su lucha sin medida contra su propia panza, le dolían hasta los talones de tanto ejercicio que hacía y cada que vez que me veía me preguntaba que cómo estaba, que si más flaco o qué, y nunca consiguío producir en mí la misma admiración que por el otro, sólo me daba un poco de pena, y más su mirada de hombre que no quiere perder, que no se quiere entregar a la imposibilidad de ser como antes. 

Y el tiempo pasaba, hasta que un día me confesó su "amor" en la banca de un parque dónde me había invitado a caminar... no voy a negar que la vanidad de mujer no fue despertada en mí, pero la cordura que tenía me dejaba ver claramente lo que no podía ser, además del error de ceder a su atracción sólo por creer en mi propio encanto, pero él no desistía... y pasaban los días... y en vez de parar continuaba, y continuaba, con su cara de santo, con su voz de algodón, su actitud comprensiva y comenzó el ataque: miradas dulces, masajes inocentes, oidos abiertos... un día se presentó sin camisa mirandome, mostrandome su cuerpo, y yo no reaccionaba... luego volvía cubierto, con una dignidad un poco confusa asomándose en la cara. 

Un día de tristeza, me abrazó de la mejor forma que pudo, como un padre que abraza a un hijo pequeño, fue un momento increiblemente bello, su respiración era como las olas en la playa y yo conseguí una paz renovadora, fue un momento de comunión con algo grande que me abrazaba a traves de él, a través de su respiración, a través de su fuerza contra mi resistencia, porque sabía que dentro de aquel hombre había otra clase de interés... Y CÓMO UN HOMBRE PUEDE DEJAR DE SER LO QUE ES PARA SERVIR A ALGO QUE ESTÁ POR ENCIMA DE ÉL, PARA DEJAR PASAR ESO TAN GRANDE QUE ESTÁ AHÍ Y CON LO QUE NUNCA ENTRAMOS EN CONTACTO PORQUE ESTAMOS CERRADOS?... Ese momento está guardado en el fondo de mí ser como un tesoro.

Pero el hombre, el hombre que no entiende nada, ese ordinario que quiere satisfacer su carne, ese no se detuvo, y continuó, y creo que su deseo fue más fuerte que su cordura y su comodidad, y vestido de una dudosa nobleza salió de su antigua casa para recluirse en un lugar justo, donde, decía, tenía su libertad, su propia vida... y cómo yo sentí miedo!! porque aquel lugar no era sino la cueva del lobo. En ese momento ni sospechaba de la bestia aguardando, pero ahí estaba, esperando, al acecho, con paciencia, sin la menor prisa y con la mayor seguridad de sí.

...esperando por presas, digo, por ayudar personas vulnerables, especialmente mujeres... solas... huérfanas... perdidas... ociosas...

El día que supe de aquel lugar, él no pudo contener más su afán, su necesidad de comer, el lobo afanado, queriendo no perder ese momento, ni el momento, ni un minuto, ni el impulso, sólo, arrastrando con todas sus fuerzas lo que tenía preparado como cena... y esa fuerza era más fuerte que yo... y lo peor es que una vez allí, se calmó y siguió jugando: el juego de dar confianza para quitar el miedo. Sabe que así puede después cobrarlo todo sin sentir remordimiento o culpa. Dependiendo de la presa, va poco a poco.. o saca todo de una sóla vez! Su mejor arma: el discurso contra el miedo. Maldita retórica persuasiva. Cada golpe argumentativo te deja más tonto. Y yo que andaba piediéndole al Universo una forma de poner a funcionar mi cabeza, mi sentido común, un poder de discernimiento sano, pero el Diablo siempre adelántandose, ayudando a quien le sirve, y este de aquí le sirve ya sea en forma de vampiro, otras veces como licántropo y yo no supe cuando estuve a su lado si era Dios que quería ser más sabio o si era el Diablo disfrazado... y mirándolo a los ojos no entendía.

Y cómo da rabia sentirse tocado, porque no es él quien toca, sino lo que a través de él toca y mancha y daña, y se toma todo lo de bueno que hay, dejando sólo un vasto campo desolado lleno de restos y basura, una entrada de agua sucia cubriéndolo todo. Y CÓMO UN HOMBRE PUEDE DEJAR DE SER LO QUE ES PARA SERVIR A LO NEGATIVO TAN FÁCIL?

Y cómo curarse de esto, cuando estas palabras resuenan en mi interior con toda su fuerza:

"...one must resist by taking responsibility for one's self. To the extent that one is unconscious or identified, one simply invites bad influences to move in and take over. .."

Aquel día constaté su actitutud vapírica... depués de año nuevo, comprobé su animalidad, quién o qué es él realmente, no lo sé. Pero las personas con poder sobre otros, poder que la verdad es falso, se aprovechan, no existe conciencia moral objetiva y aquel en el que no se ha formado una capacidad de discernimiento sano y que no ha solucionado algunas trabas de su corazón, cae en ese remolino decadente de inconciencia y subjetividad, disfrazada de libertad, que más bien es libertinaje y promiscuidad, flaqueza de espíritu o alma completamente ausente ("The Greeks were possessed with this idea, that people in positions of supreme authority, are subject to madness and the terrible evil that gives rise to the most unjust and unholy deeds towards their fellow men and towards the Gods even.")

Soledad infinita, en un segundo, como en un maremoto, se pierde algo de lo ganado con tanto esfuerzo, sudor y lágrimas. Hasta el esfuerzo de odiar me puede seguir quitando, y las palabras de ese viejo hombre "...sin tristeza no puedo saber después lo que es alegría..." me provocan!!! qué miseria. 

Y aunque por gracia divina no pasó nada, limpiar semejante impresión está siendo difícil, no veo la hora de que salga el Sol.

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