miércoles, 5 de septiembre de 2012

hoy tenia el corazón desamarrado, lo suficientemente libre como para dejar pasear  a la curiosidad, la llevé hasta aquel lugar allá abajo que siempre miraba desde arriba con ella, y que parece tan abajo, tan lejos, nos fuimos caminando despacito, con las manos en la cintura para no perder el equilibrio, el viento estaba insoportable, pero no asesino. A medida que bajaba, arriba se veia más lejos y empinado, hasta que en un tercer momento de mirar atrás apareció ante mis ojos una inmensa roca llena de seres en pie e inmóviles, simulando un cementerio desolado, lleno y olvidado, absolutamente magnífico. Y continué bajando, y me senté, me senté a pensar en mis ojos, trabados, cansados, adoloridos y acaricié todo con ellos, recondandome ver suave y no golpear las cosas. Y pensé en qué sería ser libre, LIBERTAD es no tener miedo, sin olvidar la medida. 8 y 80. No hay quien sepa dentro de mi la medida, y es tan fácil resbalarse y caer, más cuando el viento empuja y el mar llama.
con el corazón desamarrado no se siente tristeza, tampoco grande felicidad, pero una tranquilidad a pesar que la cabeza se empeñe en recordar y recordar y martillar, a una de las cosas que me pone triste le estoy diciendo que se vaya, a pesar que ya se fue, soy yo que no suelta, y ahí la tristeza llega de nuevo, pero con un tono más claro y entonces quiero que vuelva todo de nuevo, hay algo en mi que no sabe vivir sin eso y está simplemente otro tratando de saldar la deuda, de convercerle que no existe. NO te deben nada, no me deben nada, ni una disculpa, ni un saludo, ni una palabra de afecto, ni una respuesta, ni compañía, ni atención, nada... y así le digo que se vaya, pero atrás llorando con esa tristeza blanca, la inoncencia.
yo creía.
lo unico que no parece cambiar es esta soledad desquiciada, aunque debo reconocer que hoy, aunque estuve en solitario, no me sentí tan solo... he descubierto que me siento más solo con gente alrededor.

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