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Y entonces son 7 minutos que me da una canción para vomitar todo este horror que me consume, el horror de ver la locura propia en la locura ajena, y el absurdo de verter la nada en el vacío... a veces parece que no hay salida a nada y que la tentativa de existir es una pretención malsana o que el origen de esta existencia es un chiste de mal gusto. Aprovecho ahora que estoy cansado y consumido para botar todo este humo negro para afuera a ver si deja de asfixiarme. Y sí, aquella nueva vivencia se mezcló con una añoranza que murió y con un estado de ser viejo, viejo y apegado a la tristeza. Ya no existe, y un recuerdo que viene a través de otros ojos y otra sonrisa me hace sentir la pérdida de alguien que parece que murió y lloro, lloro con lágrimas puras, blancas, limpias de mentiras, un duelo real que no sé de dónde viene, un eco de una cosa que yace allá en lo profundo, donde ese humo no llega, y en la superficie, un corazón amortajado.
Tengo la mala costumbre de maltratar a los otros para que puedan acercarce a mi. -Qué clase de prueba es esa!! -preguntó ella, -uno no puede andar por ahí magullando a los otros a ver hasta dónde resisten...- tal vez estoy buscando personas con alma con las que pueda hablar.

Y entonces me dicen que no los alimente más. Cuando yo sólo quería un abrazo, pero sólo había una almohada, es difícil parar.
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