miércoles, 14 de diciembre de 2011

El Alma

"De acuerdo con las enseñanzas dualistas o idealistas, existe en el grosero cuerpo del hombre, un cuerpo invisible, más fino y delicado, que es precisamente el alma. Este «delicado cuerpo» del hombre es inmortal, es decir, no puede ser destruido. Este cuerpo sutil o alma, se afirmaba también, debe rendir cuentas de todas las acciones realizadas por el «cuerpo físico», ya sean ellas voluntarias o involuntarias, y todos los hombres, ya en su nacimiento, poseen estos dos cuerpos, es decir, el físico y el espiritual. Se afirmaba también que no bien nacen los hombres, dos espíritus invisibles se posan inmediatamente sobre sus hombros. En el hombro derecho se instala el «espíritu del bien» al cual se le da el nombre de «ángel», y en el izquierdo, un segundo espíritu, el «espíritu del mal» al cual se le da el nombre de «demonio».

Desde el primer día de vida, estos espíritus —el espíritu del bien y el espíritu del mal— registran en sus «cuadernos» todas las manifestaciones del hombre; en tanto que el espíritu instalado sobre el hombro derecho registra todas aquellas «manifestaciones buenas»; según se llaman, o «buenas acciones», el espíritu instalado en el hombro izquierdo, registra las «malas».
http://siito16.deviantart.com/art/angel-vs-demon-125598511

Entre las funciones de estos dos espíritus se cuenta la de sugerir e impulsar al hombre a realizar las acciones que se hallan comprendidas en sus dominios respectivos. El espíritu de la derecha se esfuerza constantemente por impedir que el hombre realice aquellas acciones comprendidas en el dominio del espíritu opuesto y, al mismo tiempo, de hacer que ejecute aquellas manifestaciones, comprendidas en su propio dominio. Y otro tanto hace el espíritu de la izquierda, pero a la inversa... estos dos «espíritus rivales» se hallan siempre en permanente combate, y que uno, por su lado, hace lo posible por impulsar al hombre hacia las acciones de su dominio.


Al morir el hombre, estos dos espíritus abandonan su cuerpo físico en la Tierra y llevan a su alma ante la presencia de Dios, que se encuentra en cierto punto del «cielo». Allá arriba, en el cielo, este Dios se encuentra sentado en su trono, rodeado por sus devotos arcángeles y ángeles, y frente al mismo se encuentra suspendida una balanza. A cada lado de la balanza, los «espíritus», realizan sus funciones.

A la derecha, se ubican los espíritus denominados «servidores del Paraíso», que no son sino los ángeles; y a la izquierda, los «servidores del infierno», que no son sino los demonios. Los espíritus que estuvieron en las espaldas del hombre durante toda su vida, llevan el alma, después de la muerte, a la presencia de Dios, y Dios toma entonces de sus manos las notas donde se encuentran registradas todas las acciones del hombre, colocándolas luego en los «platillos de la balanza». 

En el platillo de la derecha coloca el cuaderno del ángel y en el de la izquierda, el del demonio; y, según cuál sea el platillo que caiga, Dios ordena a los espíritus situados a los lados de la balanza que tomen el alma del hombre a su cargo. Los espíritus colocados a la derecha se encuentran a cargo del lugar denominado «Paraíso». Es éste un lugar de inefable belleza y maravilla. Hay allí magníficos frutos en abundancia e inagotables cantidades de flores fragantes; el aire está poblado continuamente con los encantadores sonidos de los cantos y de la música de querubines y serafines, y hay toda clase de cosas cuyas reacciones externas, según las percepciones y cogniciones anormalmente inherentes a los seres, pueden provocar en ellos lo que ellos llaman una «profunda satisfacción»... 

Los espíritus ubicados a la izquierda de la balanza se hallan a cargo del lugar llamado Infierno. En cuanto al Infierno, se afirmaba que era éste un lugar desprovisto de toda vegetación, abrasado siempre por un calor inconcebible y carente de la más mínima gota de agua. En dicho Infierno resuenan siempre los ecos de terribles «lamentos» y furiosas «injurias». Por todas partes, hay toda clase de instrumentos de tortura; desde el «potro de tormento» y la «rueda», hasta aquellos otros dispositivos que automáticamente laceran los cuerpos frotándolos luego con sal, y cosas por el estilo..."

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